Cuando Antonio se despertó el pasado 17 de julio, no podría haber imaginado ni en siete vidas lo que estaba a punto de sucederle.
Como cada mañana, su primer pensamiento fue para su pareja. Después de luchar durante meses contra un cáncer muy agresivo, finalmente la enfermedad se la había llevado y su ausencia todavía se hacía patente.
Nadie nos prepara para algo así.
Ni para lo que estaría a punto de pasarle solo unas horas más tarde.
Aquel día, Antonio recibió en su casa una visita de las autoridades competentes para desalojarlo.
Por ocupación.
En su propia casa.
Antonio, que había conocido casos de cercanos de okupación de viviendas en las que los procesos se alargaban indefinidamente, apenas daba crédito a lo que estaba viviendo.
Pero, ¿cómo era esto posible?
Después de haber destinado todos sus recursos para tratar la enfermedad de su pareja Antonio no tuvo otro remedio que dejar de pagar la hipoteca de su casa. Por fortuna, un acuerdo con el banco le permitió seguir viviendo en ella gracias a un alquiler social.
Sin embargo, un fondo buitre se hizo con los derechos de su deuda y presentó una denuncia por presunto delito de usurpación de la propiedad. Y, por si fuera poco, tuvo tan mala suerte que la notificación de lanzamiento nunca llegó a sus manos.
Desde entonces, Antonio vive como puede en el local de un amigo.
En su hogar quedaron todas sus cosas y sus recuerdos, ya que no le dieron la posibilidad de entrar para llevárselas. Según la ley, los efectos personales que quedan en la casa tras un desalojo se consideran en estado de abandono.
En RMoreno Abogados nos ha llamado mucho la atención este caso, y nos preguntamos dónde está la buena fe para intentar un acuerdo amistoso y, en todo caso, evitar que una persona que no es un okupa sino alguien con mala fortuna no acabe con sus huesos en la calle. Sin nada, ni tan siquiera los recuerdos de su difunta amada.
No defendemos la usurpación de propiedad ajena pero debemos proteger a las personas que realmente se encuentran en riesgo de exclusión frente al abuso de derecho y la mala fe procesal que lleva a los Abogados de un fondo a no negociar y sin embargo utilizar la vÍa penal de forma torticera.
El abuso del Derecho deja desamparado al justiciable más débil de una forma escandalosa.
Y nosotros vamos a luchar con las mismas armas en defensa de los intereses de Antonio.